Entre la Navidad y el Año Nuevo

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Me gustan los días callados entre la Navidad y el Año Nuevo.

Me gustan las calles vacías, las tiendas cerradas, las horas lentas, el olor del recalentado, las comidas largas, las películas en familia y los espacios de reflexión que invariablemente aparecen entre un ciclo que termina y otro que comienza.

Bajamos la velocidad y nos detenemos a mirar en cámara lenta todo lo que pasó y nos pasó durante esos doce meses que volaron como en oferta de “al dos por uno”.

Hacemos el recuento del año que está por terminar para concluir si el balance fue positivo o no tanto. Repasamos lo que funcionó y lo que no; lo que hicimos y no debimos haber hecho o lo que debimos haber hecho, pero no hicimos.

Marshall Goldsmith propone que deberíamos hacernos seis preguntas todos los días. Cada una de ellas empieza con la frase: ¿Hice mi mejor esfuerzo para…? Esta manera de preguntar es poderosa pues obliga a responsabilizarnos de la respuesta y nos da una buena idea sobre qué es lo que debemos hacer o falta por hacer.

Te comparto el vinculo a su video, en caso de que quieras conocer sus seis preguntas.

Yo me quedo solamente con su frase de inicio y te invito a que pongamos el año que está por irse bajo la lupa de siete aspectos muy asociados con la felicidad.

La idea es reflexionar qué tan hábiles fuimos para cuidar, construir y mejorar nuestro bienestar emocional y, con base en esto, establecer nuestras intenciones para tener una vida más plena y feliz durante el año que está por comenzar.

  • ¿Hice mi mejor esfuerzo para fortalecer mis lazos sociales? Para ser feliz no hay nada más esencial que nuestras conexiones sociales. De fábrica venimos cableados para conectar y pertenecer a una comunidad. Entonces… ¿Hice mi mejor esfuerzo para dejarle saber a la gente que quiero cuánto la quiero, mostré afecto, di cariño y comuniqué admiración?, ¿Hice mi mejor esfuerzo para ayudar a crecer a alguien, reconectar con viejas amistades o hacer nuevos amigos?, ¿Interactúe con diferentes tipos de personas, acepté oportunidades para socializar, estreché mis vínculos en el trabajo? Y también importante… ¿Hice mi mejor esfuerzo para alejarme de personas tóxicas y deshacer relaciones conflictivas?
  • ¿Hice mi mejor esfuerzo para cultivar la Gratitud? Tiene que ver con notar los pequeños detalles, lo bueno que nos pasa, lo que sí tenemos, sí podemos hacer y las personas que sí están con nosotros queriéndonos, apoyándonos y contribuyendo positivamente en nuestras vidas. ¿Hice mi mejor esfuerzo para ver mis días bajo un lente de abundancia, logré detectar los momentos lindos y buenos?, ¿Hice mi mejor esfuerzo para mostrarle agradecimiento a todas las personas que hicieron y hacen algo por mi?
  • ¿Hice mi mejor esfuerzo para practicar la generosidad? Cuando contribuimos positivamente en la vida de alguien más nuestra sensación de bienestar aumenta. ¿Hice mi mejor esfuerzo para ser generosa con mi tiempo, atención, mis palabras y mi conocimiento?, ¿Hice mi mejor esfuerzo para detectar micro oportunidades para ayudar y hacer una diferencia positiva en la vida de alguien más?, ¿Hice mi mejor esfuerzo para cuidar el medio ambiente y proteger a los animales?
  • ¿Hice mi mejor esfuerzo para cuidar mi salud?. Nuestro cuerpo es el único lugar que tenemos para vivir. Hacer ejercicio –movernos de manera natural-, comer sano y dormir suficiente es clave para cuidar nuestro bienestar. Tomando en cuenta lo anterior… ¿Hice mi mejor esfuerzo para cuidar mi alimentación, estar activa físicamente, dormir suficiente y monitorear temas de salud?
  • ¿Hice mi mejor esfuerzo para habitar y disfrutar el presente? Las personas más felices viven y disfrutan el momento actual. Pasar mucho tiempo recordando el pasado genera sentimientos de nostalgia y depresión; mientras que pensar constantemente en el futuro produce ansiedad. ¿Hice mi mejor esfuerzo para mantenerme en el momento presente, hacer pausas e involucrar todos mis sentidos para notar lo bonito alrededor, para darle toda mi atención a las personas que tuve frente a mi y concentrar mi energía en una tarea a la vez?
  • ¿Hice mi mejor esfuerzo para acércame a mi propósito de vida? Las personas más felices pueden articular en una frase corta la razón por la que se levantan cada mañana –sin contar la alarma del despertador-. Nuestro propósito de vida está en la intersección de lo que nos apasiona, lo que sabemos hacer, nuestros valores, fortalezas personales y sentido de trascendencia. ¿Hice mi mejor esfuerzo para hacer lo que me gusta, me inspira, usar mis fortalezas, seguir mi curiosidad, dar pasos en dirección a mis sueños y acércame a mis metas?
  • ¿Hice mi mejor esfuerzo para hacer lo que me hace feliz? Una vida feliz es una colección de momentos agradables que podemos identificar o crear. ¿Hice mi mejor esfuerzo para dedicar tiempo a hacer lo que me gusta, me divierte y me llena?, ¿Generé espacios en mi semana para andar en bicicleta, leer, pintar, aprender algo nuevo, escribir, correr, hablar con mis amigas?

Haciendo el recuento de mi año puedo concluir que, si bien hice mi mejor esfuerzo en varios aspectos, también me quedé muy corta en otros. Después de repasar mi año a la luz de estos conceptos tengo mucha más claridad sobre dónde debo esforzarme más para mejorar mi experiencia de bienestar y felicidad.

Si queremos tener una vida más plena y feliz empecemos por definir una intención en cada uno de estos siete aspectos para el 2018 y seamos consistentes en preguntarnos, al final de cada día, si hicimos nuestro mejor esfuerzo para cumlir.

Dejemos en el 2017 todo lo que no funcionó, los problemas, los resentimientos, las desilusiones, las ataduras, los miedos, las amistades que no dan para más, las relaciones fallidas. Llevemos al 2018 lo que hicimos bien y nuestros sueños.

Aprovechemos la hoja en blanco para escribir una nueva historia.

¡Mis mejores deseos para ti en 2018!

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Una Navidad para conectar

christmas tree

La Navidad está a la vuelta de la esquina y estoy decidida a bajarme desde ya del tren Expreso Polar con destino a la locura.

Para esta Navidad tengo tres intenciones.

Mi primera intención, al igual que el año pasado, es pasar los siguientes días muy a la “Hygge”.

Este es un concepto de Dinamarca que representa un conjunto de pequeñas cosas que producen una sensación de bienestar, comodidad, cercanía con los demás y tranquilidad. Aquí te dejo el vínculo a un artículo con ideas para crear momentos y disfrutar una Navidad a la “hygge”.

Mi segunda intención es conectarme de lleno con mi gente. Los lazos sociales son el ingrediente clave para una vida sana, plena y feliz.

“Desconectar para conectar” dice una frase que se ha vuelto útil y muy usada para recordarnos sobre la importancia de guardar nuestros aparatos electrónicos e interactuar con las personas que tenemos al frente.

¿Qué tal si en esta Navidad nos despegamos del ruido de las redes sociales, habitamos el momento presente y compartimos el espacio con nuestras personas favoritas?

Aprovechemos la oportunidad de estar juntos para fortalecer nuestros vínculos, iniciar conversaciones, perpetuar anécdotas e historias familiares, crear momentos que luego serán recuerdos para intercambiar en el futuro, compartir experiencias, reír hasta que duela, filosofar.

Bajémonos del tren de las compras frenéticas características de estas épocas. No hay cosa material, ni regalo que vendan en una tienda que llene más el corazón de una persona que momentos de compañía, calidez, conexión, amabilidad y amor.

Dejemos de buscar triques en los estantes de las tiendas y de intercambiar cosas. Mejor regalemos atención plena, presencia, ojos para ver el alma, oídos para escuchar lo importante y abrazos para sentir.

Mi tercera intención es contagiarte las ganas de intentar lo mismo que yo.

¿Te suena?

Aprovecho este espacio para darte las gracias por acompañarme todo el año leyendo y compartiendo estos artículos.

¡Te deseo una Navidad llena de conexión!

 

Decir “NO” para ser feliz

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En los últimos años he desarrollado una relación importante con la palabra “NO”.

Me parece que el universo andaba tratando de enviarme un mensaje pues empecé a tropezarme por todos lados con artículos, frases y capítulos en libros que hablaban sobre la importancia de pronunciar esta corta pero fundamental palabra… Esencial para ser libre, auténtico y feliz.

Decidí atender el llamado y armarme de valor para permitir que uno que otro “NO” atravesara la barrera de los dientes.

Hoy te cuento lo que he encontrado y aprendido sobre el tema.

Si no es un contundente “SI”, entonces es un “NO”. Para detectar esta diferencia es necesario crear una pausa antes de tomar una decisión y escuchar lo que dicen nuestro cuerpo y nuestra voz interior. Si algo brinca debajo de la piel es imperativo poner atención.

Cuando algo se siente fuera de lugar, no te mueve y se siente pesado es un “NO”. El cuerpo te habla de mil maneras –quitándote el sueño, revolviéndote el estómago, arrugándote la frente, torciéndote el cuello, contrayéndote la garganta-.

Si algo te inspira, te llama, te ilumina y sientes chispa es un contundente “SI” –un proyecto aunque no sea pagado, una invitación, un trabajo voluntario, una idea, cuidar a tus sobrinos, una oportunidad de viaje-. Un verdadero “SI” se siente en todos lados.

La razón detrás. ¿Cuántas veces has dicho “SI”, cuando en realidad querías decir “NO”? Quizá perdiste la cuenta igual que yo. Aceptamos peticiones de último momento, invitaciones y nos hacemos de compromisos para luego agonizar cuando llega el momento de cumplir. Empezamos a fabricar pretextos, discursos mentales y excusas para salir del aprieto. Es una tortura.

¿Por qué hacemos esto? La mayoría de las veces para agradar y quedar bien con los demás. Decimos que sí porque hemos aprendido que así obtenemos el cariño de la gente, así logramos pertenecer y construir una linda imagen de nosotros mismos.

Sentimos temor a decir que no porque pensamos que seremos rechazados, descartados, perderemos valor o caeremos de la buena estima de alguien.

Tenemos que construir nuestra habilidad para decir que no y aprender a perder el miedo a decepcionar a los demás, de lo contrario corremos el riesgo de ahogarnos en el caudaloso río de peticiones.

Cuando estés frente a una invitación, una oportunidad o te pidan un favor hazte una pregunta: ¿Por qué voy a decir que “SI”?… Si la respuesta es sólo “para que me quieran o para quedar bien” esa es una excelente razón para decir que NO.

Dos tipos de “NO’s”. Están los “NO’s” grandes que tienen que ver con poner límites o ponerle un alto a situaciones complejas. Abandonar relaciones abusivas, deshacer amistades con personas que te hacen menos, renunciar al contacto con un padre destructivo, dejar de ser el banco familiar, abandonar el puesto de rescatista, cerrarle los fondos a un hijo que no se toma enserio los estudios, aceptar que algo no te gusta y no quieres hacerlo más, reconocer que ya no eres la misma persona de antes y tienes intereses nuevos. En otras palabras, renunciar a la toxicidad en la vida que nos limita a ser nosotros mismos.

Están los “NO’s” chiquitos que aparecen por todos lados, todos los días: favores, vueltas, galletas, aventones, visitas, cenas, compromisos, etc. Estos pueden ser más complicados porque parecen inofensivos, pero cuando menos te das cuenta saturan tus días.

Seguimos diciendo que sí, aunque todo dentro de nosotros grita que no. Esto es desgastante y resta felicidad. Tenemos que fortalecer los músculos del “NO” y estar dispuestos a pasar por el rato amargo y aguantar los efectos secundarios de pronunciar y sostener un “NO”… Sin duda, las personas que están acostumbradas a contar con nosotros incondicionalmente reaccionarán con resistencia y reclamos al cambio.

Tu intención. ¿Qué quiero Yo? Cuando decimos a todo y a todos que “SI” corremos el riesgo de repartirnos y quedar tan delgados que ya no queda margen para nosotros ni para lo que verdaderamente quisiéramos hacer. Primero tenemos que pertenecernos a nosotros mismos y dejar lugar disponible para ese poderoso “SI” cuando aparezca.

“No” es una frase completa. Dice Anne Lammot que no tenemos que dar más explicaciones… “No, gracias”, “Esta vez no” es más que suficiente.

Aprendamos a decir que no a personas, ideas, invitaciones, compromisos, proyectos. Practiquemos decirle que no al miedo, a las creencias e ideas preconcebidas que sólo sirven como ataduras.

Decir “NO” muchas veces no es el problema, sino la solución.

Medidas de emergencia para los días oscuros

StaySafe

Sin lugar a dudas, todos tenemos días en que amanecemos arrastrando el ánimo por el suelo.

De esos que desde que abrimos los ojos lo único que queremos hacer es volver a cerrarlos o que alguien nos haga el favor de pasarle la página al calendario y nos brinque un día para no atravesar por las horas.

Días tristes, cansados, frustrados, faltos de energía o días que empiezan bien pero se descomponen a medio camino.

A veces tenemos la opción de quedarnos más tiempo en la cama, salir a caminar tres horas, de leer un buen rato, de tomarnos un día libre, de cancelar o posponer obligaciones.

Estos oasis de tiempo fuera son un respiro y nos dan la oportunidad de reponernos. Pero con frecuencia no son opción porque tenemos que funcionar y cumplir.

Los niños tienen que ir al colegio, hay que ir a trabajar, el bebé tiene hambre y necesita cambio de pañal, toca la presentación de la reunión semanal de tu equipo, es necesario llevar a la mamá al doctor, es el examen final, hay posada en casa de tu jefe, etc.

Caroline Adams Miller y Michael B. Frisch explican que es muy importante tener bien identificadas actividades que nos ayuden de manera rápida y efectiva a mejorar nuestra sensación de felicidad.

En otras palabras, “shots de felicidad” –puedes pensar en este término como si se tratara de los caballitos para bebidas característicos de los bares que tienen poca cantidad y se toman de tirón- medidas de emergencia o micro acciones para mejorar el ánimo y seguir con más calidad nuestro día.

Es importante que cada uno de nosotros tengamos a la mano una lista con medidas de emergencia sanas y de efecto inmediato. La clave está en pensar en muy pequeño; en acciones que puedas hacer en 5 minutos, 3 minutos, 1 minuto o hasta en 30 segundos.

Por ejemplo, ver un video que te haga reír, tomar un café o un vaso de agua, respirar profundo tres veces, llamar a una amiga por teléfono, escuchar tu canción favorita, estirarte, ver tus fotos preferidas, recordar un momento feliz, leer un par de frases inspiradoras, aventarle la pelota al perro, voltear a ver el cielo o a las montañas. Acciones que te gusten, funcionen y requieran de poco tiempo.

Te sugiero que siempre hagas una pausa y realices un chequeo rápido para identificar cómo te sientes o qué sientes. Con frecuencia puede ser algo como hambre, sed o sueño. Cuando estamos absortos en la rutina o ejecutando una tarea tras otra, nos olvidamos de los más básico como comer, tomar agua o hacer una siesta para recuperar la energía.

La parte de tener a la mano la lista es importante –pegada en el espejo, en la puerta del refrigerador, junto a tu cama, en la computadora-. Cuando estamos en un estado emocional negativo nos cuesta trabajo recordar estas estrategias, literalmente pareciera que andamos a oscuras… tener esta lista en un lugar visible puede ser equivalente a prender la luz.

Y tu… ¿Qué vas a poner en tu lista? Comparte algunas ideas en este espacio. Podrían funcionarnos también.