Y tú… ¿Cómo quieres ser recordado?

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En memoria de Rodrigo Sánchez Celis

Tenía planeado dedicar el artículo de esta semana al tema de hábitos para seguir trabajando en la construcción de nuestros propósitos de año nuevo –propósitos que sí se cumplan-.

Pero hoy, la vida me sorprendió con una noticia muy triste. Rodrigo, compañero de carrera y amigo desde entonces, adelantó su viaje al cielo sin avisar.

En las últimas semanas se han ido personas cercanas. Han sido días tristes, de duelos, ceremonias de despedida y palabras para celebrar sus vidas.

Me dejan pensando.

Cada vez que alguien querido se va, nos vemos obligados a reacomodarnos en su ausencia. Recogemos los recuerdos que nos dejaron por todos lados en un intento por llenar el hueco y los buscamos en sus recetas, su sazón, en sus cuadros, fotos, poemas, frases, anécdotas, mensajes, enseñanzas.

Cerramos los ojos, delineamos sus caras y casi podemos escuchar su voz, casi podemos olerlos, casi podemos sentirlos. Siguen días que no sabemos exactamente cómo vivir, pues lo que era ya no es. Asimilar el espacio vacío no es cosa fácil.

Cada vez que alguien se va, nos recuerda que la vida es ahorita. Que debemos quitar el piloto automático para reconocer que hoy estamos aquí, pero que no sabemos por cuánto tiempo más. Que no dejemos ir los días sin exprimirlos, sin vivirlos. Que no dejemos ir los días sin ser nuestra mejor y autentica versión.

Hagamos un esfuerzo por andar sin disfraz, por dejarnos ver, hacer lo que nos gusta, nos inspira y decirle a la gente que queremos cuánto la queremos.

Un ejercicio poderoso para tratar de descubrir nuestro propósito de vida consiste en pensar cómo queremos ser recordados cuando ya no estemos… ¿Qué te gustaría que dijeran de ti tus seres queridos cuando te vayas?

Construyamos recuerdos útiles para los que se queden cuando a nosotros nos llegue la hora. Que nos rememoren activos, involucrados, apasionados, entregados, auténticos, libres, generosos.

Hay que irnos de aquí sabiendo que dejamos todo en la cancha.

Hace años que no te veía Rodrigo, pero siempre te sentí cerca. A lo mejor porque nacimos el mismo día, del mismo año. Fue siempre divertido compartir el cumpleaños contigo. El reto era ver quién de los dos enviaba la felicitación primero y reconozco que ganaste todas las veces… imposible ganarle a tus puntuales felicitaciones a las 12:00 am. Recordaré siempre con cariño ese semestre en que nos dio por compartir una bolsa de Rufles verdes todos los días entre clases, ahí sentados en las escaleras frente a la cafetería de la universidad. Por cierto, siempre supe que apretabas la bolsa por abajo esperando que yo no comiera más papas que tú, pero… ¿adivina qué? yo hacía lo mismo cuando me tocaba detenerla. Recordaré siempre todas las risas que me patrocinaste, las carcajadas indiscretas y descaradas, los chistes ocurrentes y atinados. Recordaré tu amor por el medio ambiente. Recordaré siempre esa sonrisa tuya tan completa, que no escatimaba en nada. Que lindo coincidir contigo aunque fuera por un rato, Rodrigo.

Abrazos hasta el cielo. Descansa en paz.