Positivismo Tóxico

Hace un par de semanas estuve en una reunión social flotando de un grupo a otro para conocer gente nueva. Me quedé estacionada en una conversación entre dos amigas que se ponían al día sobre el deseo de una de ellas de emprender el proyecto de sus sueños.

Todo iba bien hasta que la amiga que indagaba sobre el estatus del proyecto hizo una pausa, volteó a verme de frente y me preguntó: Y tú, ¿A qué te dedicas?. Soy consultor y coach en Psicología Positiva. ¡Ah!, ¡Qué bien!, ¡Entonces vamos a mandarle puros pensamientos positivos al proyecto! Dijo mientras le salpicaba polvos mágicos a la futura emprendedora. 

Chin.

Pausa incómoda de mi parte.

Cambio de pie de apoyo.

“Bueno. Sí. Pero pensar positivo no es suficiente, también tiene que definir una estrategia, objetivos y meterle muchas horas de trabajo.”

Comentario no muy bien recibido.

Cambio de grupo.

Me quedé pensando en esta asociación peligrosa que existe entre la Psicología Positiva y el positivismo tóxico. 

En la cultura occidental y en nuestra sociedad, ronda la idea generalizada de que para hacerla en la vida basta con manifestar el éxito y fabricar pensamientos positivos. Si fracasamos es porque nosotros mismos invocamos ese resultado con malas vibras. La expectativa es que seamos capaces de aniquilar las emociones incómodas, sonreír ante la adversidad y ahuyentar cualquier señal de preocupación o negatividad. 

El positivismo tóxico ha permeado tanto en nuestra manera de vivir que ser felices, optimistas, agradecidos y encontrarle el lado bueno a todo es obligatorio. Sugiere que cualquier obstáculo puede ser superado si somos positivos.

¿Te quedaste sin trabajo? ¡Que gran oportunidad para reinventarte!, ¿Te diagnosticaron con cáncer? ¡Sonríe, la actitud es todo!, ¿Perdiste un bebé? ¡Al menos sabes que puedes embarazarte!, ¿Quedaste paralítico? ¡Todo pasa por algo!, ¿Se incendió tu casa, murió la mascota, tienes Covid, te pidieron el divorcio, tu mamá se fracturó la cadera y tu hijo es adicto a las drogas? ¡El universo no te manda más de lo que puedes manejar! 

En un mundo donde sólo cabe lo bueno, no hay permiso para sentir miedo, tristeza, enojo, desilución. A estas emociones las hemos bautizado con el nombre de “negativas” y están tan satanizadas como la grasa en un buen trozo de carne.

El positivismo tóxico es peligroso. 

Los eventos trágicos, las malas noticias y las desiluciones requieren que atravesemos y procesemos emociones difíciles. Negar la existencia del dolor y pretender que estamos bien, porque es lo socialmente aceptable, intensifica los problemas y termina dejándonos sumergidos en una sensación de soledad.

Eso está claro en Psicología Positiva. 

No hay cantidad de pensamientos rosas ni frases motivacionales que alcancen para desviar las dificultades que vienen incluidas en el paquete de vivir.

La Psicología Positiva es mucho más que pensamientos bonitos.

El universo es aleatorio, amoral e imparcial. No anda metido en nuestras cabezas detectando a los pesimistas para recetarles catástrofes, ni a los optimistas para enviarles viento a favor. Las tragedias llegan sin importar si podemos manejarlas o no y a la gente buena le pasan cosas malas. 

Pensar positivo no sirve de nada si no hacemos el trabajo. El tiempo no cura todo, sino lo que hacemos con el tiempo. Para que funcionen, las intenciones, afirmaciones y pensamientos TIENEN que estar seguidas de acciones concretas.

La Psicología Positiva no niega el lado oscuro de la vida. Reconoce su presencia y parte de la realidad por horrorosa que ésta sea. 

Frases como “todo pasa por algo” o “el universo no te manda más de lo que puedes manejar” pueden sentirse como patada al hígado con bota vaquera picuda, aunque sean ofrecidas para mostrar solidaridad y dar consuelo. 

¿Cuál es la razón del universo detrás de la leucemia de un hijo?, ¿Detrás de los huérfanos que deja una guerra?, ¿Detrás de un abuso sexual?

Me queda claro que nuestra intención y deseo de apoyar a quienes queremos cuando atraviesan por momentos difíciles es genuina y buena.

Si queremos hacerlo efectivamente tenemos que aprender a usar mejores frases. Por ejemplo: “Estoy contigo”, “¿Quieres hablar al respecto?”, “Esto es muy doloroso”, “No sé qué decirte, pero estoy aquí para ti”, “Te quiero”, “¿Cómo estás hoy?”. Y si no sabemos que decir, basta con sentarnos en silencio junto a la persona, hacer la comida, quitarle un pendiente de encima.

Una vida plena y feliz incluye dificultades y problemas. Esto nos obliga a sentir y gestionar emociones agradables y desagradables. A involucrarnos en los procesos por dolorosos que sean, confiando en que podremos utilizar nuestras fortalezas, recursos personales y contar el apoyo de las personas que nos quieren.