De felicidad, salud y perros


Una de las cosas que más agradezco a mis padres es haberme dado la oportunidad de crecer siempre acompañada de un perro. Con excepción de algunos tramos cortos, he vivido siempre con uno, con dos o con tres. Los perros han pasado conmigo los momentos más importantes y son un ingrediente fundamental de mí felicidad.

Hoy quiero compartir contigo los beneficios que reciben los niños -y los adultos también- en términos de salud y felicidad cuando tienen un perro a su lado. Y con esto quiero decir literalmente a su lado, porque tener un perro abandonado en el jardín o trepado en la azotea no agrega nada al bienestar de nadie… mucho menos al del perro. Los beneficios vienen de la interacción cercana y frecuente con ellos.

Antes de arrancar aprovecho para hacer una nota. Existen muchos argumentos válidos para no tener perro. Si no te gustan, te dan miedo, no tienes un espacio adecuado o no tienes tiempo para atenderlos es mejor que no los tengas. Ahora, si estás considerando la posibilidad de tenerlo y comprometerte a cuidarlo, quizá encuentres aquí algo que te ayude a decidir.

Los perros contribuyen positivamente a la salud. La ciencia ha mostrado que acariciar a nuestras mascotas tiene un efecto relajante que reduce los niveles de estrés y regula la presión arterial.

Crecer con un perro reduce el riesgo de asma en los niños y, lejos de provocarles enfermedades, convivir con mascostas en la mayoría de los casos fortalece su sistema inmunológico, los hace más resistentes. No es agradable ver a una de tus hijas compartiendo la galleta con el perro, pero tampoco es para morirse.

La compañía de un perro está asociada con corazones más sanos, pues los dueños tienden a ser más activos. Según datos de un estudio reciente, las personas que tienen un perro caminan en promedio 2,760 pasos más en un día que sus contrapartes y pasan más tiempo al aire libre.  La actividad física y estar en contacto con la naturaleza son actividades que se traducen en salud y felicidad. Es mucho mejor para nuestros niños jugar en el jardín con el perro que estar sentados frente a la televisión o metidos en el teléfono. Lo mismo aplica para los grandes.

Niños y adultos lidiamos mejor con las adversidades y eventos traumáticos cuando tenemos a nuestro perro con nosotros. Quizá te acuerdas de las veces en tu vida que has llorado abrazada de tu perro o con su cabeza recargada en tus piernas después de un momento difícil -te regañaron tus padres, te perdiste la fiesta, rompiste con tu novio, perdiste un proyecto importante o un ser querido se fue al cielo-. Es como si entendieran… Se calman, te acompañan en silencio e, incluso, te hacen cariños con su pata o su cabeza. Proporcionan amor incondicional y sin juicios.

Las mascotas también son buenos maestros para los niños. Cuidar un perro desarrolla el sentido de responsabilidad. Alimentarlos, bañarlos, cepillarlos, llevarlos al veterinario y mantener limpio su espacio son tareas que entrenan para la vida. En el caso de los adultos mayores, cuidar un perro aporta sentido a su vida y una razón por la cual levantarse cada mañana, reduce la sensación de soledad. Esto potencialmente puede alargar sus vidas.

Los perros -todas las mascotas- enseñan a los niños sobre la muerte cuando se van. Aprenden que la vida sigue y el dolor eventualmente pasa. Hay quienes deciden no tener más perros luego de la muerte de su compañero para no volver a pasar por el sufrimiento. Yo pienso que al decidir evitar el dolor, también decimos “no” a todas las cosas buenas y a los momentos agradables, que son muchos más.

Ahora sobre dormir con el perro en la cama…

Investigaciones nuevas han mostrado que dormir con el perro tiene muchos beneficios para nuestros hijos -también para los adultos-. Su presencia en la cama induce un estado de calma. El ritmo de su respiración y el calor de su cuerpo son reconfortantes. Abrazarlos o sentirlos cerca se convierte en un elemento de seguridad importante para los niños pues ya no están solos en un cuarto oscuro y pueden dormir tranquilos sabiendo que alguien los cuida y los protege. En mi casa, casi cualquier miedo desaparece con el permiso de llevar el perro a dormir al cuarto.

Cada una de mis hijas tiene su propio perro. Es increíble el lazo estrecho que existe entre cada pareja y estoy convencida de que complementan su vida de manera importante. Que si hay pelos en la rompa y huellas en el piso… no importa. Hay mucha felicidad.

Psicología Positiva: La otra cara de la moneda

positive psychology

Sin importar quiénes somos, cuándo o en dónde vivimos, las personas compartimos el deseo de ser felices y, detrás de este ideal, está el por qué de todo lo que hacemos. Esta es una razón suficiente para afirmar que la felicidad es importante.

La felicidad es más que una sensación placentera. Es un mecanismo que induce un estado emocional que nos da ventajas para jugar en la vida colocándonos en mejor posición de cancha y con recursos de mayor calidad.

La felicidad es una habilidad esencial. Si quieres conocer con detalle sus beneficios te recomiendo que sigas este vínculo.

¿Cómo sabemos todo esto?

La búsqueda de la felicidad es ancestral, pero el esfuerzo por estudiarla desde un punto de vista científico es relativamente nuevo y comenzó con investigaciones aisladas en diferentes áreas de la academia, por ejemplo, en la Economía alrededor de 1940.

La Ciencia de la Felicidad o la Psicología Positiva, como la conocemos hoy, surgió hace apenas unos veinte años -en 1998- y gracias a Martin Seligman, profesor e investigador de la Universidad de Pensilvania.

Hasta el año 2000, aproximadamente, por cada artículo que había sobre la felicidad, el amor, la alegría, la satisfacción en el trabajo o las emociones positivas, había veintiún publicaciones sobre depresión, ansiedad, esquizofrenia y neurosis.

La psicología tradicional parte de las preguntas: ¿Qué está mal? y ¿Cómo lo arreglamos?

Entonces si te sientes triste, ansioso, sin ánimo y energía para sacar adelante tus días, quizá decides consultar a un psicólogo o a un psiquiatra tradicional. Y una de las primeras preguntas que te hará –después de ¿cómo te llamas? y ¿Quién te recomendó conmigo?– seguramente será: ¿Qué problema te trae por aquí?

La psicología tiene como objetivo reparar algo que está roto, que no funciona correctamente, trata de las emociones oscuras, de las disfuncionalidades y los desórdenes. Tiene como fin llevar a una persona que está en números rojos o en un estado emocional negativo de regreso al promedio, al cero, a un estado neutral.

Este modelo basado en composturas no es exclusivo de la psicología tradicional.

Generalmente nos enfocamos en corregir fallas. Durante las sesiones de retroalimentación, los jefes señalan nuestras “áreas de oportunidad”; los consultores tradicionales  analizan en las empresas equipos de trabajo para encontrar deficiencias. Y del colegio recibimos mensajes cuando nuestros hijos se portan mal o necesitan clases extras para ponerse al corriente en ciertas materias.

Pero no todo son problemas y no todo está roto.

Martin Seligman comenzó a cuestionar el alcance de la psicología tradicional al darse cuenta de esta marcada tendencia hacia enfocar esfuerzos en lo triste, lo malo y lo negativo.

No todas las personas están tristes o están tristes todo el tiempo. Muchos matrimonios funcionan y permanecen juntos toda la vida; hay gente que disfruta haciendo su trabajo, individuos que tienen redes de apoyo, amistades sólidas y recursos para hacer frente a las adversidades. Existen los optimistas y lo que están satisfechos con sus vidas. Hay personas felices.

Seligman puso sobre la mesa preguntas diferentes: ¿Qué hace la gente que se siente bien? ¿Qué características tienen las relaciones de pareja exitosas? ¿Qué distingue a los amores que duran para siempre? ¿Qué hábitos tienen los individuos que están contentos con sus vidas? ¿Qué podemos aprender de las personas felices?

Un enfoque diferente.

La Psicología Positiva parte de las preguntas: ¿Qué está bien? ¿Qué funciona? y ¿Cómo podemos construir sobre eso?

Esta nueva ciencia no tiene nada que ver con ignorar lo que no funciona –en mí, en mis relaciones, en mi trabajo, con mis hijos-. La psicología positiva se trata de reconocer, apreciar e incluir TAMBIÉN lo que sí funciona, lo que sí sale bien.

Nos ofrece un panorama más completo de la realidad y de lo que existe. Así como hay dolor, sufrimiento, odio y coraje… En el mundo también hay amor, alegría, solidaridad, generosidad, cariño y felicidad.

Cambiar la pregunta es siempre un ejercicio poderoso. Cuando preguntamos: ¿Qué esta mal? Encontramos problemas y la misión se convierte en un rescate. Cuando preguntamos: ¿Qué está bien? Visualizamos fortalezas, habilidades y motivación para crecer.

Cuando cambias la pregunta, cambia la respuesta. Recuerda siempre tomar en cuenta las dos caras de la moneda.