Los suecos y la limpieza de muerte en vida

En Suecia existe una costumbre que se llama Limpieza de Muerte y consiste en deshacerte de todo lo que has acumulado a lo largo de tu vida… estando vivo.

La idea es dejar tu casa -fotos, papeles, cuentas, cosas- en orden, justo como tú quieres, cuando aún tienes la oportunidad. La alternativa, o lo que sucede con frecuencia, es que esta tarea se la endosamos completita a nuestros seres queridos. Cuando se nos acaba el veinte, es a ellos a quienes les toca encargarse del desorden y decidir qué hacer con los retazos de nuestras vidas.

Dicen que esta práctica es liberadora… (supongo que también es la responsable)

¿Qué murmuran las paredes de nuestras casas? ¿Qué dicen los objetos que guardamos en las gavetas? ¿Qué confiesan nuestros papeles? ¿Qué dice la ropa que usamos sobre nuestro estilo de vida? ¿Qué recuerdos desatan las fotografías? ¿Qué conclusiones pueden sacarse a partir de nuestras posesiones?

¡UFF!

Hace unas semanas hice una limpia profunda de mi casa. No fue motivada por esta usanza sueca. Más bien, sucedió que ya estando en acción me acordé de ella. Y entonces me involucré en el ejercicio de manera consciente.

En un archivero encontré apuntes y exámenes de la carrera. Salieron hojas con fórmulas matemáticas, ecuaciones, derivadas y otras operaciones imposibles. Los sostuve un rato y caí en la cuenta de que esos papeles han sobrevivido a todas las rondas de limpieza que he hecho a lo largo de mi vida. En las primeras, me quedé con ellos pensando que quizá me servirían en un futuro. Lo cierto es que una vez metidos en la caja, jamás volvieron a ver la luz. En rondas siguientes, evadieron el basurero porque lograron mecerme en el columpio de la nostalgia. En esta última, aunque ya no reconozco el idioma de esos números y no tenemos nada en común, decidí guardarlos de nuevo. Ahora como recuerdos de mi andar por el terreno de la economía, comprobantes de que alguna vez pude con esos cálculos y como evidencia de que, al menos en esa época, mi letra era legible.

Aparecieron notas de apuntes para conferencias. Las primeras versiones desordenadas de cuando empecé a darle forma al mundo de compartir herramientas del tema que me apasiona. Recordé lo retador que me resultaba armar un tema desde cero. Me topé con las versiones uno, dos, tres, cuatro y la final. Fue lindo confirmar que, en efecto, en la vida logramos lo que queremos un borrador a la vez.

Van apareciendo objetos que nos recuerdan a personas. Algunas siguen en el trayecto andando junto a nosotros, otros ya no están. Aparece una piedra, una carta, una foto, un boleto y desdoblan recuerdos. Hacen sonar canciones, encienden olores, dibujan sonrisas o producen lágrimas, traen a la memoria frases, gestos, sensaciones que nos mueven. Además, nos prestan un espejo para ver quién éramos en ese entonces, quién dejamos de ser, en qué andábamos, cuáles eran nuestros sueños y batallas. Desatan emociones de las buenas y de las complicadas.

Sale también un Tutti Frutti de cosas. Van llegando a nuestras vidas cachivaches -me gusta esta palabra- que heredamos, nos regalaron, nos dejaron ahí. Aparecen triques que sí compramos, que en algún momento nos parecieron indispensables y hoy no entendemos por qué; artefactos que no se usan, pero igual conservamos; objetos que ocupan lugar o traen malos recuerdos, pero no tiramos.

Y conforme escribo, me parece que todo esto empieza a parecerse a la vida.

Vamos acumulando creencias, miedos, culpas, resentimientos, limitaciones, sueños no cumplidos, promesas rotas, frustraciones, críticas… basura.

Y pienso que, así como hacemos limpiezas para deshacernos de lo material, también deberíamos hacerlo para vaciar nuestros anaqueles emocionales y, con esto, liberar espacio para una mejor versión de nosotros mismos, una hecha a la medida, más auténtica, más plena, más feliz.

¿Qué opinas?

Volviendo a la costumbre “limpieza de muerte” … Que lindo sería que nuestras pertenencias, nuestros espacios físicos, virtuales -y emocionales- contaran una historia llena de congruencia. Que reflejaran nuestro propósito de vida, que evidenciaran armonía entre quien decíamos ser y quien verdaderamente fuimos, pero sobretodo, en quien quisimos ser.

Te dejo una pregunta: Si alguien tuviera que encargarse de limpiar tu casa hoy … ¿Qué encontraría?