Nunca sabes lo que te va a tocar”, dijo Forrest Gump.
Me tocó influenza.
En el día de mi cumpleaños.
Andaba sintiéndome rara desde hace un par de semanas, pero decidí seguir de frente con el mismo ritmo acelerado que me gusta y volándome todas las luces amarillas intermitentes de los semáforos que me topé en el camino.
El plan original para celebrar esta vuelta al sol incluía despertar directo a leer mensajes bonitos de felicitación, desayunar Tamales Gourmet en casa con un grupo de amigas cuya especialidad es el sentido del humor -negro-, pasar la tarde con mis hijas y rematar la noche con cena entre amigos -y cerveza-.
El día empezó con un mensaje del doctor que decía: “La prueba de influenza salió positiva” -el estudio me lo hicieron desde anoche, pero me fui a dormir sin saber el resultado-. Entre las indicaciones médicas venía la nota… “Eres potencialmente contagiosa, ten distancia prudente con la gente”.
WHAT?
Así que aquí estoy… Con influenza tipo B -en caso de que tuvieran curiosidad-, con planes cancelados, envuelta en una cobija, aguantando el gélido día gris -lo mío es el sol colgado de un cielo azul y temperatura mínima de 25 grados-, preguntándome cómo es que el día salió exactamente al revés.
No tenía pensando escribir esta semana, pero ya que estoy en arresto domiciliario y manteniendo distancia prudente con el resto de la humanidad, decidí darles vuelta a unas cuantas ideas en la cabeza -que afortunadamente no me duele y tampoco me da vueltas-.
Más que en fin de año, a mi me gusta reflexionar y hacerme propósitos nuevos el día de mi cumpleaños. Quiero pensar que con el paso del tiempo me acerco un poco más a la persona que quiero ser y a mi mejor versión.
El trayecto de los 43 a los 44 ha sido parecido a una montaña rusa no apta para cardiacos. Ha estado lleno de momentos lindos, inolvidables, inspiradores, sueños alcanzados y logros importantes. También ha venido cargado de situaciones difíciles, tristes y demoledoras. Lo que quiero decir es que ha sido un año de contrastes. Está bien, este tipo de ciclos son los que nos obligan a salir de la zona de seguridad y hacen “NO NEGOCIABLES” el aprendizaje y la evolución personal. Ya tengo trazadas las metas de la ruta hacia los 45 y eso me emociona.
Me dijo una amiga hace un rato… “Pensemos que la vida te regala una pausa”. Sin duda. Cuando mis libros empiezan a apilarse y comienzo a coleccionar cadenas de días sin leer, es que la cosa anda mal. Quiere decir que no me he detenido a descansar, a crear tiempo para mí, que no he hecho pausas para reconectar y sentir. Justo ayer me escuché diciendo en voz alta… “sólo quiero leer”. ¡Concedido!
Dicen que el universo primero te susurra el mensaje al oído y, si no lo atiendes, entonces te grita… o te contagia de influenza. Ya entendí. La luz amarilla intermitente significa: parar.
Ahora me toca sacar la caja de herramientas para tratar de pasar el mejor cumpleaños posible ante la presencia de este imprevisto. Esta herramienta de Psicología Positiva la aprendí de mi querida maestra Maria Sirois. Ante la adversidad, en lugar de preguntarnos “¿Por qué a mí?; es mejor preguntarnos: ¿Quién soy yo ante la presencia de esto?
Así que tomé café, me comí los Tamales Gourmet y los buñuelos en forma de calabaza -sí, bien llenos de azúcar-. Lo único que cambió en el menú del desayuno fue el Tamiflú que llegó de colado. Estoy escribiendo para publicar mi artículo de la semana -siempre me anima-, tengo un par de libros a la mano -justo lo que deseaba- y a Maggie junto a mí -la cuadrúpeda cariñosa, friolenta como yo y que puede acompañarme cerquita sin riesgo de contagio-.
Hoy en particular me alegran las redes sociales que me permiten estar conectada con el mundo a la “prudente distancia” que recetó el doctor. Me hacen grande el corazón todos los mensajes de felicitación y muestras de cariño que están llegando. En especial, me hizo reír este que decía: “No sé si sea apropiado poner la frase “muchos días como hoy””. No, esa no, please.
Me siento agradecida con todos los que hoy me acompañan desde la distancia lejana, desde la prudente, desde el más allá y desde el silencio.
La vida es como una caja de chocolates y hoy me tocó hacer pausa.
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